Cuando Herodes Agripa I reinaba (37-44 D.C.) decidió perseguir a la asamblea (ekklesia) del cuerpo de Cristo, que crecía de forma exponencial y ya empezaban a ser reconocidos como cristianos (Hechos 11:26). Herodes que había sido educado en Roma y había adquirido su título de rey por su amistad con el desenfrenado sexual, Emperador Calígula, buscaba congraciarse con el pueblo judío así que decidió granjearse los aplausos del pueblo aprehendiendo a Jacobo, hermano de Juan, y aplicando la ley según el Código Penal de la Ley Mosaica, posiblemente acusando a Jacobo de guiar al pueblo judío a falsos dioses(Deuteronomio 13:12-15) en alusión a Jesús como Dios encarnado; se puede inferir esto por la manera que fue decapitado a filo de espada, que era la condena destinada a este tipo de crimen.
Esta escena descrita en la Biblia (Hechos 12) evidencia que Jacobo terminó tomando la copa (Marcos 10:35-40) que nuestro Señor tuvo que tomar, quizás jamás imagino que buscar un puesto de honor a la diestra del Maestro en su reino implicaría este tipo de sacrificio, que trauma desde la visión materialista del hombre pero que dicha y gozo ante los ojos espirituales del creyente haber tenido tremendo privilegio. Después de esta condena impulsada por Herodes, y al ver la reacción positiva (populista) que había generado entre los judíos, decidió capturar a otro cabecilla muy reconocido y seguramente solicitado por las masas, su nombre: Pedro, el pescador de hombres. Entonces Herodes, con la intención de no perder el momentum político que le había generado la muerte de Jacobo, inmediatamente capturó a Pedro y lo envió a la cárcel para ejecutarlo de forma similar, no pudo hacerlo en ese mismo día porque los feriados oficiales ya habían llegado y por supuesto tremenda noticia de impacto político favorable para su reinado no debía ser opacado por nada, así que tuvo que postergar este juicio y decapitación por unos días. Mientras tanto ordenó que 16 soldados, repartidos en cuatro grupos de cuatro, se encargaran de custodiar a Pedro hasta que llegara el día de su ejecución.
«Esta obediencia y sometimiento en fe de la iglesia y el clamor incesante a Dios por la vida de Pedro hizo que el Señor escuchara y enviara a su ángel al rescate de su siervo…»
No obstante, mientras todos estos planes, contubernios y demás procesos eran trazados; la potente y fiel iglesia se mantuvo en asamblea; reunidos físicamente para orar sin cesar por la libertad de Pedro. Una iglesia leal hasta la muerte a los mandatos de su Señor. Es importante notar y resaltar que no estaban unidos espiritualmente pero de forma aislada cada miembro en sus respectivas casas, no, así no fue. Se encontraban físicamente reunidos en un mismo lugar (Hechos 12:12). En otras palabras, a pesar de la muerte de Jacobo a filo de espada por violar la ley y el encarcelamiento de Pedro para ser ejecutado de manera similar, la iglesia no se desplegó, no se desarticuló, el cuerpo físico de Cristo en la tierra no fue descuartizado para preservar una creencia imaginaria y no concreta(Fe). Esta obediencia y sometimiento en fe de la iglesia y el clamor incesante a Dios por la vida de Pedro hizo que el Señor escuchara y enviara a su ángel al rescate de su siervo. Felizmente los cristianos no servimos a un dios sordo, sino a uno que escucha, un Dios persuadible.
Entonces estando Pedro dormido en la cárcel enmarrocado con dos cadenas entre dos soldados de pronto se le apareció el ángel del Señor con luz potente pero esto no fue suficiente para despertarlo así que tuvo que tocarle al costado. Importante notar que Pedro no tuvo insomnio ni se le fue el sueño a pesar de la situación que atravesaba, reposaba en la perfecta tranquilidad y paz que sobrepasa todo entendimiento, me pregunto, qué habría pensado el ángel del Señor al ver esta escena. Luego que Pedro despertó el ángel le instruyó que se amarrara las sandalias y vistiese mientras le pedía que lo siga, guiándolo a través de la cárcel pasando la guardia de 16 soldados como si nada, los dos cercos de seguridad armado por los guardias fue en vano, la puerta de hierro que daba a la ciudad al final tuvo que abrir paso ante la presencia del enviado del Señor.
Pedro caminaba pensando que estaba viendo una visión o mejor dicho, imaginando que estaba soñando, hasta que de pronto se encontró en la avenida principal de la ciudad y seguramente se pellizco y dió cuenta que en realidad el ángel del Señor lo había librado de la mano de Herodes y del escarnio popular, volvió en sí, entonces decidió caminar rumbo a la casa donde estaba reunido la potente asamblea del cuerpo de Cristo en forma física. Tocando la puerta, una muchacha llamada Roda fue abrir pero al escuchar la voz de Pedro se olvidó de retirar el cerrojo y fue corriendo para avisar a la asamblea (ekklesia) que Pedro estaba en la puerta. Lo más increíble es que ni siquiera la iglesia creía que podía ser Pedro y pensaron que era el ángel de Pedro. Eso demuestra que los mortales tenemos la irrefrenable tendencia de imaginar la intervención divina en maneras demasiadas simples e infinitamente limitadas, porque la majestad de Dios es inconcebible para los hombres y nos sorprende siempre de formas asombrosas, para que podamos reconocer sin duda alguna la obra potente de Dios y no de los hombres.
El Rey Herodes al descubrir que Pedro había huido quedó en ridículo y para esconder su humillación hizo matar a los soldados y así intentar tapar lo que había conocido por boca de los soldados, ya que la sentencia a los guardias vino después de haberlos interrogado. Sin embargo, como servimos a un Dios vivo que no puede ser burlado, Herodes terminó muerto, devorado por sus propios gusanos, porque el ángel del Señor así lo hirió. El Dios de la Biblia no ha bajado la intensidad de su poder porque es ilimitado e inconmensurable; su poder es el mismo ayer, hoy y siempre. #AbranLaIglesia