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Christian Rosas

Cristiano. Políticamente Conservador. Politólogo. Esposo y Padre de Familia.

Hoy el congreso aprobó una ley con un aparente noble mensaje: “Ley contra el Transfugismo”. ¿Quién podría apoyar el transfugismo? muchos se preguntarán. Sin embargo, este mensaje astutamente diseñado con eufemismo no se trata de una ley contra el transfugismo sino una ley que modifica (traslada) la ubicación del poder, extrayendo así la potestad otorgada a los congresistas por el pueblo para ser delegada hacia los partidos políticos.

El Perú es un país plural, donde la cultura y cosmovisión no es homogénea como muchos países del hemisferio norte, en nuestro país se cruzan y mezclan visiones diversas que buscan llegar al poder para así hacer respetar sus distintas realidades e intereses. Por esta razón la mayoría de congresistas en el parlamento son (eran) invitados independientes. Independientes porque muchos partidos políticos están lejos de la realidad nacional y no logran despertar la empatía o entusiasmo de la población. A pesar de que este congreso cuenta con una mayoría absoluta fujimorista, 73 congresistas electos en la bancada fujimorista, en realidad solo tienen 11 partidarios (15%), la bancada de PPK (17%), Alianza para el Progreso (20%) ,Frente Amplio (20%) los demás fueron elegidos bajo la modalidad de invitados independientes que obtuvieron el voto a través del sistema del voto preferencial, poniendo así el partido como medio y no fin del poder. Los únicos partidos con el 100% de miembros militantes son el APRA y Accion Popular. Esto significa que solo 30 de 130 congresistas están inscritos en un partido político (23%). (1)

Sin embargo, hoy se ha aprobado una ley que convierte a todos esos congresistas independientes en militantes, extirpando así su libertad de actuar libremente según los compromisos adquiridos con sus electores. Según esta ley que busca fortalecer la obediencia total de sus miembros, diré “Fortalecer los Partidos Políticos”. El congresista que sea expulsado de su bancada (no especifica bajo que razones) o renuncie por cualquier motivo, no podrá formar una bancada que represente los intereses de sus electores. Dejándolos así impotentes ante el ejercicio político que exige la lucha por los intereses genuinos de sus electores.

Entonces, esta ley ha generado que el congreso a partir de la fecha sea dirigido por los intereses y prioridades de los partidos políticos y no por los electores de los congresistas. Una decisión no solamente equivocada sino políticamente insostenible, cuya fecha de caducidad se hará efectivo en el momento que los congresistas tomen conciencia de que gozan la “libertad para decir sí, pero no para decir no”, o cuando la población se de cuenta que en vano tienen representantes en el congreso porque el poder ahora reposa en el partido. Cuando los congresistas se den cuenta que las decisiones son dictadas por el partido y el esfuerzo para ser considerado cambia de fuente, de la presión de sus electores hacia la presión del partido, entonces recién entenderán que son representantes partidarios y no representantes del pueblo. La sociedad entonces comenzará a gestar una indignación justa que en su momento removerá este error histórico. Error que una vez paradójicamente fue corregido por Alberto Fujimori en los 90 y ahora enmendado por la bancada de su hija Keiko Fujimori.